jueves, marzo 23, 2006

Ganbare Japan!!!

No es una completa sorpresa, pero visto el desarrollo del torneo sí ha sido imprevisto que la selección japonesa de beibol ganase el Clásico Mundial de Beisbol, algo así como la copa del mundo de futbol. Oficialmente, Japón es el mejor equipo del mundo. Y sin jugar Tatsuya Uesugi, ojo. En su lugar estaba el abridor o "pitcher" Daisuke Matsuzaka, de los Seibu Lions y campeón del famoso torneo del Kôshien, que contuvo a los bateadores coreanos en semifinales y a los talentosos cubanos en la final, al igual que lo había hecho en los Juegos Olímpicos de Atenas.



Haciéndo el papel de Nitta, esto es, el bateador estrella, estaba Nobuhiko Matsunaka, de los Fukuoka Daiei Hawks. En conjunto un gran equipo que sólo contaba con dos jugadores de las grandes ligas americanas. Sin duda el final soñado para una historia digna de Adachi.


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lunes, marzo 13, 2006

Errando con el castillo o este castillo es una ruina

He tardado una semana, gomen nasai, en ir a ver la película. Ya se sabe que el otaku propone y Ayukawa dispone, de modo que esta semana he estado ocupado hasta las trancas; no me ha sido posible humanamente hasta hoy domingo el acercarme al cine para ver El Castillo Errante, la última película de ese genio viviente, Hayao Miyazaki, que Tezuka le conserve muchos años entre nosotros.


Debo reconocer que antes de ir a verla cometí el error, justificable por mi impaciencia, de leer la crítica que sobre la misma aparecía en la revista Metrópoli. Es una mala costumbre; te predispone hacia un lado u otro. Es mucho mejor leerlas a posteriori, para ver en que coincides y en donde difieres de la opinión crítico de guardia. Digo que es un error por que no sé ahora si mis impresiones son mías o son prestadas, recuerdos de lo que leí.



Vaya por delante que la película destila arte y oficio desde el primer fotograma, desde el mismo momento que el emblema del Studio Ghibli aparece en pantalla. Toda la riqueza visual, toda la imaginación, todo ese mundo maravilloso que Miyazaki lleva años describiendo está presente en El Castillo Ambulante. Creador de imágenes inolvidables, Miyazaki nos cuenta una historia basada en una novela de la escritora británica Dianna Wayne Jones... y aquí es donde empiezan los problemas. La servidumbre a un texto hace que la historia se enrevese y se atranque una y otra vez. La trama se hace muy pesada a ratos y justamente el despliegue visual, rozando el barroquismo en ocasiones, de Miyazaki no ayuda precisamente a que se aligere la película. La duración de la cinta (dos horas justas) tampoco es una ayuda para el espectador, precisamente.



Resumiendo diré que El Castillo Errante es sin duda una película entretenida, a ratos brillante, pero que no supera el recuerdo que otras obras del Maestro han dejado en nuestras pupilas. En mi gusto particular, queda por debajo de La Princesa Mononoke (ni hablar de Porco Rosso, Totoro o Chihiro, claro), por ejemplo. Pero aún así Miyazaki es de esos pocos directores que hacen que ir al cine siga siendo un placer.

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martes, marzo 07, 2006

Y el Oscar es para...


La gran sorpresa de la noche de los Oscars fue, sin duda, que Brokeback Mountain no ganase el premio a la mejor película. La otra gran sorpresa, aunque mucho menos publicitada, fue que el premio al mejor largometraje de animación no se la llevase ni El Castillo Errante de Miyazaki ni La Novia Cadaver de Burton... sino la intrascendente Wallace & Gromit: La Maldición de las Verduras.

Hablaba hace un mes del combate del siglo entre dos películas, obras de dos grandes directores, genios los dos reconocidos y aclamados por medio mundo. Al final el combate ha sido nulo y el gato se lo ha llevado al agua la producción de Dreamworks y Aadmarn Animation que ya había arrasado en los Premios Annie, por otro lado. Puede que el resultado fuera previsible, ya que los muñecos estos de plastilina habían ganado anteriormente dos Oscars por sendos cortometrajes de sus aventuras, pero para los adoradores de Miyazaki es algo tan extraño como que los patos disparen a los cazadores. Vamos, que ha sido un tongazo que te cagas. Que no le den el Oscar a los vaqueros gays, pues pase, pero que el chucho (Gromit) y el calvo (Wallace) ese estén por delante de Miyazaki y Burton... es algo que sólo en América puede suceder.


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domingo, marzo 05, 2006

Robotech

Retomo el Camino y cuento que estoy disfrutando como un enano, mata que te mata invids, con el juego de la PS2 Robotech: Invasion. A los mandos de mi Cyclone Veritech voy destrozando bicho tras bicho hasta llegar (espero) al Punto Reflex... sea lo que sea eso. Claro, la cosa tiene mucha más gracia si te ha pasado, como a mí, que te has levantado un porrón de mañanas buscando tu ración diaria de protocultura... sea lo que sea eso también.



Por supuesto, entonces no tenía idea ni de qué era Macross, ni de lo cabrón que era Carl Mazek, ni había oido cantar a Minmay, ni nada de nada. Sólo me devanaba las meninges intentando cuadrar la historia que nos iban contando. Al intentar encajar tres series completamente diferentes, los saltos en el guión eran más grandes que el Cañón del Colorado; cuando llegaron a la tercera parte, la Nueva Generación, el cachondeo ya era generalizado y era imposible creer que esa historia tuviera algo que ver con la que había empezado de la mano de Rick Hunter, Lisa Hayes y Linn Minmay. Por mucho que Scott Bernard llamase al Almirante Hunter una y otro vez... no colaba. Por supuesto, nunca descubrí qué era exactamente la protocultura... y ahora sé que ni maldita falta hace saberlo.



Pero con esto y con todo, era sonar la fanfarria de Robotech (la misma que suena en el juego) y ponérseme los pelos como escarpias. Ya sé: es imposible llevar una armadura Cyclone por el simple motivo de que los brazos se romperían con el peso de los lanzamisiles. La mitad de los mechas de Robotech se romperían como una hoja al intentar cambiar su configuración, digamos... ¿a velocidad mach 2.0? ¡Y qué importa eso! De lo que se trata es de pasar el mejor rato de tu vida pensando que puedes realizar tu sueño dorado: llevar una armadura de combate, destrozar muchos bichos, salvar el mundo y, como no, llevarte a la chica.

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